jueves, 9 de junio de 2011

DEFENSA DEL MODELO CONTABLE PROPIO

5.1 Criterios socioepistemológicos fundamentales.

La disciplina contable ha devenido de ser tomada como una simple técnica de agrupación de datos económico-financieros sin ninguna trascendencia de fondo sino con importancia meramente formal, a ser considerada una disciplina científica en formación, cuyos fundamentos se establecen acudiendo a metodologías positivo-normativas que le permiten tomar parte en los procesos de construcción y distribución de la riqueza social de manera activa y concordante con la acción derivada de otras disciplinas, como la economía y la política, en pro del alcance de determinados objetivos establecidos como parte de procesos de la actividad social.

Esta visión de la contabilidad fundamentada en la perspectiva de Mattessich, nos permite considerarla como una herramienta de trabajo social, soportada en hipótesis empíricas de tipo general (teoría positiva) y de tipo específico (componente normativo), que posibilitan su utilización en las actividades de planeación, gestión y control de los procesos productivo y distributivo de la riqueza social.

La teoría positiva permite fundamentar la disciplina en las hipótesis de validez universal, empíricamente validables a través de procesos falsadores, es decir, que un modelo contable que quiera alcanzar un objetivo dado, debe tener como base fundamental ciertas hipótesis generales, derivadas de la teoría general. Si se encontrara un sistema contable que diera cuenta de los hechos de forma satisfactoria y no estuviera basado en tales hipótesis, tal sistema constituiría un ejemplo falsador de la teoría general.

En este sentido anotan Cuadrado y Valmayor[19], siguiendo a Mattessich: “Una de las cuestiones que presenta mayor grado de dificultad es lo referente a la confirmación de premisas universales, considerando que más que tratar de verificarlas o confirmarlas directamente es suficiente tratar de refutarlas en el sentido del falsacionismo de Popper, en tanto que si han superado las refutaciones, se las acepta.”

El componente más importante, por las posibilidades que encarna para la disciplina contable, la constituye el normativo puesto que permite conformar un conjunto de elementos (condicionantes del ámbito, objetivos, hipótesis instrumentales y reglas derivadas), que pueden contener los requerimientos contables específicos de un entorno económico para alcanzar las metas previstas en planes de desarrollo institucional, empresarial, social, etc.

Este componente normativo corresponde a la interpretación de las condiciones sociales y exige la construcción cuidadosa del modelo que responda a las exigencias del entorno, siguiendo una ruta prescriptiva propia de las ciencias sociales, donde los aspectos determinantes del proceso están derivados de las consideraciones socioeconómicas propias de la región geográfica y política particular.

“La interpretación en opinión de Mattessich, debe de entenderse que abarca o se extiende desde un nivel teórico o abstracto hasta un nivel empírico, y que esta interpretación se suele dar mediante las reglas de correspondencia que relacionan las nociones puramente teóricas con las nociones observacionales. A menudo una interpretación específica es lo que se denomina modelo específico y el desarrollo de todo el proceso es lo que se llama la construcción del modelo general. También, en este nivel de interpretación, se ha de tomar una serie de decisiones importantes y de juicios de valor. Por ejemplo: elección de objetivos específicos, construcción de modelos, etc.,y, por consiguiente, la interpretación pragmática se convierte para las ciencias aplicadas en un camino apropiado para transformar un marco conceptual y descriptivo en uno prescriptivo y orientado hacia la determinación de objetivos. Es decir, es el puente entre la descripción (propio de las ciencias puras) hacia la prescripción (característico de las ciencias aplicadas.)”[20]

Desde esta perspectiva socioepistemológica podemos afirmar que la adopción de un modelo contable no puede ni debe hacerse por trascripción de contenidos de modelos vigentes en otros entornos, salvo que las condiciones políticas, económicas y sociales sean equivalentes. Afirmar y proponer algo diferente como la adopción mecánica de normas contables desarrolladas para realidades diferentes a las propias, significa el desconocimiento craso de la disciplina contable, situación que ha prevalecido en nuestro país donde hemos vivido varias experiencias regulativas copiando los contenidos normativos de otras propuestas vigentes en otros entornos (casos de los decretos 2160-86 y 2649 y 2650-93), que han arrojado resultados lamentables.

La teoría contable constituye un faro orientador para que, en circunstancias como la presente, optemos por decisiones sensatas, tomadas a la luz de la reflexión propia de las ciencias sociales, en consideración a propósitos claramente establecidos y que signifiquen acciones dirigidas a la solución de los problemas que afectan nuestra realidad social.

5.2 Elementos básicos del modelo contable propio.

La realidad socioeconómica de una región específica requiere para su adecuada representación, del esfuerzo conjunto de diversas disciplinas como la sociología, la política, la economía, asimismo de la contabilidad. Cuando se habla de modelo propio contable, nos estamos refiriendo a una pieza de un complejo rompecabezas que debe estar pensado como un todo; por ello no puede hablarse de un modelo propio contable de forma independiente de, por ejemplo, la política económica que debe haberse trazado luego de un evaluación sociológica y económica y de una valoración de las condiciones políticas del entorno en referencia.

El modelo contable juega un importante papel en el proceso de aplicación de las políticas económicas, ya que informa y controla los resultados a partir de la adopción de sus objetivos que los deriva en correspondencia con tales políticas.

Por ello, para hablar del modelo contable propio debemos referirnos en primera instancia al modelo económico propio. Dado el fracaso presentado en la economía nacional y de otros países subdesarrollados, se está incubando la necesidad de replantear las directrices económicas a partir de la revisión de los postulados que fundamentan el modelo económico único. Para esto vamos a seguir algunos apartes de la obra, citada al principio de este material, del profesor Sarmiento Palacio.[21]

• La presunción de que cada oferta crea su propia demanda está falsada, la ley de Say no se cumple en la economía colombiana. La liberación indiscriminada de los mercados da lugar a caídas de la demanda efectiva y de los índices de crecimiento. Por ello debe aplicarse una intervención selectiva orientada a ampliar la demanda en los lugares en donde existen excesos de oferta, lo que incrementa la actividad económica.

• Las relaciones comerciales de los países de América Latina no están dadas por las ventajas relativas sino por las absolutas. Las mayores posibilidades de exportación industrial no están en las actividades que emplean el factor más abundante (la mano de obra no calificada); se encuentran en la áreas de complejidad que fueron desarrolladas con anterioridad en los países avanzados.

• La teoría de la neutralidad del dinero es un error conceptual que resulta de derivar las relaciones monetarias fuera de la restricción de presupuesto. El dinero tiene claros efectos reales. El banco central autónomo fundamentado en el manejo de la tasa de interés y montado en un andamiaje que proscribe la emisión es inapropiado para economías en estado intermedio de desarrollo. Sus acciones para reducir la inflación logran el propósito a costa de sacrificar la producción y el empleo. Por otra parte, es totalmente inadecuado para prevenir los ciclos recesivos y, sobre todo para superarlos. De aquí se deriva que la política monetaria debe ser reorientada a partir de la consideración del manejo del dinero como una herramienta con claros efectos en la economía real; asimismo el banco central debe estar bajo el dominio del gobierno nacional, de manera que sea una institución que aplique las decisiones derivadas de las políticas económicas adoptadas.

• El crecimiento económico no es un fenómeno exclusivo de oferta, y de ninguna manera su principal causa es el cambio tecnológico. En el estado de la economía colombiana, el crecimiento depende de la presencia del Estado para elevar el ahorro y conformar un marco de demanda efectiva fundamentada en el superávit externo y la industrialización.

• La distribución del ingreso depende más de la organización económica que del nivel de ingreso per cápita. Los avances en materia de equidad dependerán de la capacidad de crear un marco institucional que corresponda a las realidades propias del país. Sus elementos centrales son la regulación de los mercados expuestos a grandes poderes monopólicos; el establecimiento de diques para evitar que los beneficios del conocimiento y la tecnología se los apropien los sectores más poderosos; la apertura selectiva y la política de industrialización orientadas a conciliar el mercado interno, las exportaciones de alto valor agregado y el desarrollo industrial liderado por actividades químicas y metalmecánicas de cierta complejidad; y, la adopción de una política pública encaminada a corregir las desigualdades en los resultados.

• La aplicación del modelo propio económico debe contar, para garantizar su factibilidad empírica, de un entorno propicio en el plano internacional, por lo que debe propenderse por la integración regional de países que participen de los mismos objetivos y que a la vez sufran de los mismos o similares problemas socioeconómicos.

La aplicación de las políticas económicas arriba esbozadas requiere de un conjunto de herramientas que las hagan viables. Dentro de tal conjunto de medidas la contabilidad juega un papel fundamental, pues de su concurso depende la información y el control económico-financieros, elementos nodales para el desarrollo del nuevo modelo económico. Pero, como antes hemos afirmado, la contabilidad no es una disciplina meramente técnica, su práctica obedece a delineamientos u orientaciones que deben ser adoptadas autónomamente al interior de un entorno nacional o regional, so pena de perder los posibles beneficios que se derivan de su concurso.

Tomando la orientación económica como marco genérico de referencia del entorno, debemos establecer alguno condicionantes complementarios para avanzar en el delineamiento de algunos de los principales aspectos que deberían orientar el modelo propio contable para Colombia.

La globalización como fenómeno irreversible produce una cantidad de nuevos fenómenos socioeconómicos y políticos que vuelven más compleja la realidad, con lo que cualquier intento de reflejar las circunstancias reales en un representación tecnológico-técnica constituye una labor más exigente a la hora de proponer soluciones válidas. En este marco global, la realidad de países como Colombia se debate hoy en un momento histórico en el que confluyen tanto circunstancias internas (dificultades en los procesos de integración económica; debilidad de sus estructuras productivas; altos niveles de desocupación y subocupación profesional y laboral en general (en el campo, según estadísticas oficiales de Colombia, el porcentaje de desempleo ronda el 50%); articulación económica asimétrica y dependiente de decisiones extrarregionales; insuficiencia de productividad; marginalidad e inequitativa distribución de la riqueza; corrupción generalizada y débil cohesión nacional, entre otras), como exógenas (revolución tecnológica; redistribución política y económica por la reconversión del norte socialista; cambios en las dimensiones y requerimientos de los mercados financieros; endeudamientos compulsivos con apalancamientos negativos; limitaciones a la concepción de soberanía; nuevo orden geopolítico)[22]. Además, el panorama de nuestro país se ve especialmente agravado por las condiciones de violencia y de narcotráfico que lo hacen más complejo a la hora de pensar en su viabilidad económica y política.

Todos estos condicionamientos exigen una juiciosa reflexión de los propios problemas y nos alejan cada vez más de las soluciones mecanicistas adoptadas en el pasado en nuestro país en el plano contable, como fueron las experiencias regulativas de 1986 (D. 2160) y 1993 (D. 2649 y 2650), basadas en procesos de adopción de marcos conceptuales y contenidos regulativos con referentes deónticos y empíricos correspondientes a otros entornos, y cuyos pobres resultados, como herramientas de soporte de las decisiones económicas, saltan a la vista.

Tradicionalmente el mensaje contable ha estado al servicio de intereses extraños, cercanos a los del gran capital, pues en general las regulaciones han recibido las orientaciones a partir de procesos de transferencia de contenidos regulativos norteamericanos o internacionales, los cuales se han aplicado en ausencia de la necesaria reflexión teórica y sin la adecuada evaluación de sus resultados.

La profunda problemática en que se debate el país nos obliga a realizar una investigación seria y rigurosa para determinar de manera confiable los objetivos nacionales del modelo contable propio, que sean reflejo fiel de los problemas de nuestro entorno y que, además, representen los auténticos propósitos nacionales, en los que deben estar contenidos los de los empresarios, inversionistas y trabajadores. El nuevo modelo contable, en concordancia con el económico debe dirigirse al incremento de la productividad, de la producción y del empleo y, asimismo, a la distribución más equitativa de la riqueza, si se quiere garantizar el crecimiento y desarrollo de la nación.

Dentro de este complejo panorama, varios frentes de trabajo que deben ser abocados para el diseño del modelo desde una perspectiva contable: la productividad empresarial, la inflación, la fijación de precios, la información para la gestión, la valoración de empresas, la protección del capital productivo, son entre otros, problemas que deben ser involucrados dentro de un modelo contable que pretenda dar respuesta a las necesidades propias del entorno nacional, todo ello de manera coherente con las políticas de Estado adoptadas por los gobiernos de turno.

Es ésta una perspectiva muy diferente a la propuesta desde las barreras de los internacionalistas contables, a quienes parece no preocuparles las condiciones internas del país, sino su predisposición para que los grandes capitales realicen su reproducción ampliada, no importando que esto se haga a costa de las riquezas acumuladas por largas décadas de esfuerzos del trabajo nacional.

En tal sentido incluimos en este acápite un breve catálogo de puntos que nos parecen los más importantes para el desarrollo del modelo contable propio:

• Impulso al estudio de la planificación contable que posibilita el concurso de la disciplina y de la profesión contable en los procesos de planeación económica. La planificación contable parte del estudio riguroso del entorno en el que se implantaría el modelo, pasando por la determinación de objetivos, concordantes con los del modelo económico, las características y requisitos de la información correspondientes a los intereses y metas fijadas en el ámbito establecido por los actores (gobierno, empresarios nacionales, trabajadores y sociedad en general), hasta concluir con los correspondientes mapas de flujos y acumulaciones de valor y sus catálogos de cuentas.

• En concordancia con el punto anterior, debe orientarse la información contable hacia la elaboración de bases de datos que posibiliten su uso en la conformación de la macrcontabilidad regional y nacional.

• Impulso a la investigación en contabilidad analítica (de costos) y de gestión para promover el desarrollo de actividades empresariales en áreas de complejidad media (industria liviana, tecnología blanda) ya establecidas en otros países (química, metalmecánica, textil, alimentos procesados, entre otros), pero que pueden producirse con ventaja en Colombia. Nuevos estados que informen sobre el valor agregado producido por las unidades empresariales y sobre indicadores de gestión, mando y control que permitan orientar las decisiones organizacionales, deben ser desarrollados y adaptados a las necesidades de nuestro entorno de pequeñas y microempresas.

• Desarrollo de la contabilidad del valor (valor de realización) para ser aplicada en la valoración de empresas que se oriente a determinar el monto de la riqueza empresarial, tanto pública como privada y que sirva de garantía y control para la protección del patrimonio nacional (por ejemplo en el caso de venta de empresas a inversionistas extranjeros).

• Orientación de la información y control contable hacia la valoración (valor de reposición) y protección del capital productivo organizacional nacional. (En este sentido la tendencia mundial dominante es la de orientar la información hacia la protección del capital financiero, buscando la garantía y seguridad de los grandes capitales tansnacionales). Ello requiere del desarrollo de métodos finos de corrección de datos afectados por fenómenos de inflación y devaluación monetarias, de depreciación por uso, por obsolescencia o por cambio tecnológico. Asimismo se requiere de procesos investigativos que informen sobre aspectos más del futuro y del presente, que del pasado. Por ello los estudios de adopción de metodologías de valuación actual, presente neto y futuro, deben marcar la pauta en los procesos de modernización informativa contable.

• Impulso a estudios de inventario, clasificación, medición-valoración (de ser posible) y control de la riqueza natural ambiental. Esto exige un proceso riguroso de investigación interdisciplinar que convoque el aporte de múltiples saberes como la biología, la ecología, la economía y las matemáticas, entre las principales, como fundamento de la propia reflexión contable que debe aportar los elementos para contabilización de este patrimonio.

• Investigación contable para el desarrollo de modelos informativos y de control productivo, propios de las actividades agropecuarias, con miras a favorecer la producción nacional que garantice la seguridad alimentaria del país.
Los puntos esbozados arriba constituyen algunos de los frentes de trabajo investigativo contable que la profesión debería acometer si desea contribuir al desarrollo del país en condiciones de independencia, todo ello en concordancia, como ya lo hemos afirmado reiteradamente en este artículo, con las orientaciones de una política socioeconómica nacional establecida a partir de los requerimientos del modelo propio.  

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